lunes, 12 de abril de 2010

        Mención especial merece mi hijo mayor, Carlos que ahora porta 12 años en su físico pero no en su mente. Ya en la barriga, yo notaba como se bebía el líquido amniótico...de una forma exagerá, es que era "glub, glub, glub..." y ya luego "hip, hip, hip...", porque como el me bebía, yo tambien bebía... "coca-colas". Es verdad que empezaba desayunando coca-colas y una vez, me detuve a pensar y a escuchar a las antiguas y me dijeron que la coca-cola no era na de buena, que las cervezas daban mu buena leche. Me lo tomé en serio. Ya en el octavo mes de embarazo le hacía por las mañanas los cortaos a mi marío. Tuve mucho complejo. Yo no podía vestirme de morado, ni de lila. Descarté por completo ese color de mi armario, porque era ver el anuncio del chocolate "Milka" con esa vaca morada y echarme a llorar. Yo pensaba, "alguien que me ha hecho una foto en la calle sin que yo me de cuenta" "¡menudos cabrones!"... Total que tuve a Carlos. Fué horrible. ¿Quién es la que dice que eso es lo mas bonito de la vida? ¿a ver? ¿quién, coño?. Yo estaba tan contenta, tan estúpidamente inocente en mi cama aquella mañana de sábado del año de Nuestro Señor 1997 de un apetecible y no menos fresco agosto en Sevilla, cuando mi hijo, no sé con qué artilugio me partió la bolsa o lo que fuera aquello. Porque para colmo, como yo era tan lista, como estaba tan bien arropada no habia considerado la posibilidad de asistir a la preparación al parto, ¿pa qué?: Toda la vida se habían tenido niños y nadie había ido a ningun sitio, yo estaba harta de escuchar que mi madre había tenido a todos mis hermanos en la casa, con una matrona sin mas parafernalia, menos a mí, que ya eran otros tiempos y a mí me tuvo en la Clínica de Fátima, en la Palmera, que mi madre refería con mucho orgullo por ser una zona "como muy respetable". Total que le digo a mi marido a las 6 de la mañana poniendo el colchón perdiíto de lo que mi hijo no se había terminado de beber, que gracias a Dios, porque aquello tenía una pinta..., que menos mal que lo eché, lo dicho, "Carlos, que estoy pariendo". Mas vale que no analicemos la frase ni morfológica, ni sintácticamente, porque semánticamente viene a resumirse en "¡ilusa!". "¿Pariendo?". Los que nos conocen podrían imaginarse a mi marido, pero desde ya os digo que no hay color. Se puso verde, rojo, amarillo... intentando recoger la ropa, las cosas, y yo, muy dueña de mí y muy ignorante de lo que se me avecinaba lo tranquilicé: "Pssss! Tranquilo, me voy a duchar, ve llamando a tus padres, a mis cuñadas...que yo estoy estupendamente". Me corté hasta las uñas. Me pinté y no me teñí porque se arma mucho con la henna, que si no...¡bueno!.Llegamos al Maternal. Se nos acerca el camillero, mi marido:"que venimos a parir". ¡Pobrecito! Él no estaba mintiendo, yo habia entendido perfectamente que él se refería a sus "paridas". Nunca comprobé si el camillero lo entendió, pero como a menudo los hombres son MUY IGUALES con los años "no me cupo duda"(entre otras cosas porque he engordado mucho, y por no caber, ya, ni las dudas). Cuando me reconoció la tocóloga na mas llegar, comprendí lo del nombre: Mas que "tocóloga", yo la llamaría "tocaovarios", me metió el dedo con una agresividad... "Yo creo que pensaría, ¡por si no es virgen, que se entere!" Pues sí, me enteré, por poco la arrastro de los pelos, y como pude sollozando balbuceé "¿Y esto por qué? " so hija de puta, lo que no está entre comillas es lo que no añadí... Y sin mirarme me dijo "Para ver los centímetros que tienes dilatados" y mi imprudente marido tuvo que preguntar "¿Y cuántos tiene?". "CERO". Sonó tan mal, sonó a los exámenes de alemán de un lunes de feria, o a los de contabilidad de un viernes de dolores. Cuando tu decias, "qué estúpida, la tía, me podía haber puesto un 0´5, por lo menos he  dado la cara". En fin, que el camillero me cogió diligente y muy decidido me sacó de allí y mi imprudente marido volvió a preguntar:" ¿Dónde la llevan?" Y yo aun mas lista que el camillero, que mi marido y que la tocaovarios juntos, contesté: "A paritorio, Carlos, parece mentira que hagas esas preguntas a estas alturas". Me he sentido idiota en muchas ocasiones en mi vida, pero ninguna tanto como entonces, entre otras cosas porque tuve ¡tantas horas para pensar la tontería tan gorda que referí!... Me subieron a monitores. Era una sala en aquellos momentos con 4 camas más separadas por cortinas que no estaban corridas, ¿para qué? así podíamos ver la entereza o debilidad de nuestras compañeras... Aquello no tenía precio. Digo yo que para distraernos cada 1/2 hora cogían a una la sacaban con la camilla... Nadie preguntaba. LLegó mi turno. Me llevan a una habitación montada en mi susodicha camilla y me dice la enfermera "A ver hija, que te voy a afeitar" "No te preocupes, ya estoy depilada". La enfermera me miró con incredulidad entre otras cosas porque por entonces, no se llevaba "la brasileña", y me díce: "Creo que no estamos hablando de lo mismo". Luego me quejo de mi hijo, para que me pensaba yo que me iban a depilar las piernas en el maternal, ¿era una prestación de la Seguridad Social aparte?, ¿para distraernos?,  ¿disipar la presión del parto?...Evidentemente no eran las piernas lo que me íban a depilar... Y si antes le digo "¡Ah! ¡Ya! Pero espera que yo". Ya estaba depilada.
       Empezaba a pensar seriamente que estaba metida como en un campo de concentración. Desde que entré no hacían más que hacerme la puñeta. Después de esto me introdujeron "vaginalmente" un cable o un alambre para tener los latidos del corazón de mi hijo en una máquina, a las demás le ponían el fonendoscopio en la barriga y ellas en el oído y lo escuchaban tan normales. Yo empezaba a pensar que no había caído en gracia...Vuelven cogerme. "Te vamos a poner una cremita, porque como no dilatas..." Alguien en su sano juicio, que está allí para parir, ¿qué podía pensar? ¿que sería una hidratante?. ¿Qué íba a dilatar, los orificios de la nariz para insuflar más oxígeno?. Pues sí, allí estaba yo echándome el pelo pa los laos pa recibir la crema de día. "NO, HIJA, SI ES PAL COÑO, QUE ES QUE NO TE ENTERAS DE NÁ".
      EVIDENTEMENTE. Como hasta la fecha no había dilatado nada, no tenía dolores, no "estaba en lo que estaba", pos yo, tan feliz. Ah!, pero la oxitocina cambió por completo mis percepciones sobre el parto: Al momento empezaron las contracciones. "Que me duele,que me está doliendo, que qué me habéis hecho, que esta crema me ha sentao mal, mu mal, que me déis un nolotil o un algo que me duele mucho aquí abajo". Pos claro. Si esa es la cosa, que te duela, pa ver si de una vez dilatas, pares y te vas pa tu casa. Enfermera que se me acercaba, enfermera que me aprendía el nombre, viene la tocóloga, Lola Reina, no se me olvidará en la vida. Y entre sollozos y contracciones le pregunto "¿Tu eres la que me va a asistir?". "No, yo, si hay algún problema, sino, la matrona". Y se va. A todo esto yo todo el tiempo llorando porque la cremita me mató, y moviendo las piernas nerviosa y sistemáticamente hasta el punto de tenerles ardiendo por la fricción. A esto que mi compañera la de al lado, tratando de consolarme me dice: "Pero chiquilla, estás muy nerviosa, asi te duele mas", y yo le pregunto: "¿tu tienes contracciones?". "No". "Pues ya verás cuando te entren, buahhhh". Se acerca la tocóloga esta vez a su cama: "Macarena, que como te hemos puesto la oxitocina y no dilatas y llevas aquí pa hacerte fija, que te vamos a hacer la cesárea, vale?". "Vale". Cuando se da la vuelta tocóloga y enfermera empieza a llorar amargamente. Y yo a chillar "¡A mí!, ¡Hacédmela a mí, que Macarena no quiere!!!". Tenía que ir al baño. Como fuese, y allá, que entre contracción y contracción me bajo de la cama, me sobreviene una, me agarro a mi "suero con ruedas" y me dirijo hasta un bañito, siempre parando con cada contracción, el camino se hízo interminable, para mí y para mis compañeras que me seguían con los ojos desde sus camas... Cuando llegué, y me senté en ese blanco y lustroso inodoro, con el lavabito al lao mojándome las muñecas pa refrescarme, recordé  los documentales de África, lo listas y lo naturales que eran las negras. Lo natural, era estar en "cuclillas", no montadas en una camilla facilitándoles el camino al médico, cuando era a nosotras a quiénes se nos debía facilitar el parto. Cuando las enfermeras se percataron de mi cama vacía, empezaron a preguntar dónde estaba yo y una de las que me había visto se chivó la muy... y me descubrieron. Yo pensaba parir allí, la  verdad. Pero al salir vieron que tenía 4cm, y se dijeron con esto mismo nos la vamos a llevar a ver si nos la quitamos de una vez de encima. Total, segura de que Lola Reina sólo intervenía si había problemas, cuando me llevaron a paritorio me apresuré a decir: "Soy amiga de Lola Reina. Me ha dicho que me tratéis con cuidado". Las enfermeras se miraron, porque no me percaté de que se lo estabn diciendo a otra que entraba:" ¡Uy, Lola, mira qué díce, que es tu amiga, y que a ver cómo la tratamos!". "Anda, anda, si acabo de verla por primera vez hace 2 horas...". Tambien Lola, se podía haber enrrollao, pero bueno, la perdono, porque al final hasta me durmió porque decía que yo ya no tenía  fuerzas para ayudarla. Y así llegó mi hijo. Llamaron a Carlos padre para que estuviera conmigo, y cuando lo pusieron en la camilla de al lado, le pregunté a Carlos si estaba seguro de que era el nuestro, porque me escamaba mucho que no me hubiesen dormido cuando estuve dando la lata y en el momento justo de parir, me durmieran...