lunes, 26 de abril de 2010

4º capitulo: Carlitos del Torme-nto

     Teníamos un acuario en la cocina, a cualquier cosa se le llama "acuario". La vasija si era de acuario, y no pequeño pero la pata que la sujetaba era, creo, de un sillón de oficina de esos niquelados con 3 puntas,(que aquí, mi hermano y vecino, al que yo llamo Hombre de Cro-Magnon habia tenido por bien de ponerle para infortunio de juanetes y "metatarsos" ) con las que todos tropezábamos insistentemente. Es decir, como éramos los tres que por aquel entonces comportábamos la familia igual de ¿ágiles?, ¿cuidadosos?, ¿atentos?, pues eso que cada vez que entrabamos en la cocina por la puerta del comedor, ¡pumba!, un porrazo a medias, 1/2 pal acuario y sus correspondientes peces, 1/2 pa nosotros, concretamente alguno de nuestros pies. Eran cuatro peces vulgares, naranjas, insulsos y aburridos de la vida que circulaban obsesivamente en aquel receptáculo a la espera de que algun productor de Disney les ofertara la oportunidad de su vida, como en su dia tuvo Nemo. Lo terrible es que menos productores de Disney, han pasado personajes de lo mas variopinto por nuestra cocina, pero nada que ver con la gran pantalla. A lo que íba, que divago (una peli que le gustaba mucho a mi madre: Dr. "Divago"), Carlitos nunca ha sido ni es amante del pescado y por aquel entonces, lo típico, le daba al niño sus acedias nocturnas, pijotas o lo que encartase. Uno de los dias en que me despisté por unos momentos de la cocina después de haberle dejado su pertinente cena puesta, cuando vuelvo me doy cuenta que todo seguía en su sitio a excepción de un par de acedias que aun no había resuelto pelar... y pensé que era imposible que mi hijo las hubiera ingerido con su esqueleto correspondiente, hasta que observé tras una rápida visual que en el acuario de aquellos insulsos peces nadaban tambien los confetis harinosos de los otros dos que yo había echado de menos de su plato en un vano intento por hacerlos resucitar. Lo miro. Me mira: "Querían volver con su familia". "Ya, y tu te has erigido en el comandante Cousteau. Y, claro, puestos a pensar no habrás caído en que las acedias y los peces del acuario no pertenecen al mismo orden", por supuesto di por sentado que mi hijo no me había entendido, aun asi, él me contestó, "yo si los he metido por orden, mamá, primero uno y cuando vi que no venías, metí el otro." Está claro que los hijos nos van superando en "estatura"... En mas de una ocasión tuvo mi hijo trifulcas con el mundo marino. Los pobres peces pagaban el insomnio de mis noches exponiendo su vida. Otra de las veces en que sin querer me traspuse durante unos quince minutos a la hora de la ¿siesta? (palabra que me costó mucho introducir en la vida de Carlitos, pero que ya resolveré contar) cuando abrí un ojo y vi el tiempo que había transcurrido, me alteré muchísimo, porque en ese tiempo a Carlos, le daba lugar a desestabilizar el mismísimo Pentágono, que digo pentágono y un dodecaedro si se le ponía a tiro...Se me hízo tan raro, que estuviera a los pies de mi cama y nada mas yo abrir mi susodicho ojo, se apresurara a decir: "No he hecho nada, mamá, no he hecho nada", agitando las manos nerviosamente. Estaba claro que podía estar tranquila ante tan sugerente confesión... "solo he freído un pez". "¿Qué?". Siempre hemos tenido mucha suerte con los animales, la longevidad nos ha perseguido. Yo tenía una pequeña sartén en el horno con aceite de freir un huevo, que para suerte de aquel cetáceo estaba frío, porque allí estaba el pobre pez haciendo lo que los peces suelen hacer abrir y cerrar la boca en aceite de oliva, eso si, virgen extra. Pos ná, lo saqué, lo enjuagué en el mismo grifo de la cocina, y a estas horas es probable que aun aletee en las pantanosas aguas del Alamillo, porque su padre y yo determinamos por pensar, que visto lo visto, pasarían a mejor vida concediéndoles la libertad y las infecciones del agua de aquel parque, en vez de dejarlo a expensas de la imaginación de nuestro incipiente primogénito.

sábado, 17 de abril de 2010

3er Capitulo: Esto no ha hecho mas que empezar

           Eso ya se sabía, que yo no tenía idea de lo que venía, y tampoco era cuestión de planteárselo. Pero como cada día me encontraba mas sumida en mi papel de madre e íba avanzando torpemente por los entresijos familiares, pues encima me sobraba tiempo para complicármela aún más. Me llevaba el niño el que había sido mi pediatra, vecino de en frente de toda la vida de mis padres y que nos conocía de toda la vida. Además de ser una eminencia como tal, era y es un tipo estupendo. Era el típico médico de la generación en la que la palabra "virus" no estaba en su vocabulario. No todo era un virus. Los niños cogían "infecciones", "resfriados", "constipados de vias altas", "simples congestiones nasales", y o bien me decía "Esto no es ná, déjalo pasar" , o bien me mandaba algo coherente que remediara lo que el niño tenía. Bueno pues a mi se me ponía malo o le daba fiebre, no? y como se me había despertado tarde la maternidad..., pues una vez despierta no había quien la parara. Yo era la más de la más, la más madre, la más Lola, la faraona. Salía de la consulta del pediatra, que a lo mejor me había dicho "Déjalo pasar, eso se le quita", y yo muy prudente y muy dignamente pagaba mi consulta y me venía como una centella para la casa a coger cita con la pediatra del seguro (yo era muy lista y quería 2 ó mas opiniones sobre aquello tan importante que acontecía a mi hijo, que no era mas que cualquier insignificancia de las etapas por las que tenía que pasar). Mi marido, "Y yo lo que digo es que si ya lo has llevado a don Antonio, ahora pa qué lo vas a llevar a otro, digo yo, pregunto". Yo, como los viejos, como el pobrecito de mi suegro que en paz descanse, que se encontraba mal, iba al médico, le mandaba tal o cuál pastilla, iba por ella y no leía el prospecto sino lo que costaba, si era barata, eso no lo curaba y no valía ná. "Una vez, me contaba, me mandaron unas pastillas que costaban cinco mil y pico pesetas, ¡aquello si que era bueno!, rápidamente me encontré mejor a la 2ª ó 3ª". Pos yo igual. "Pero, Carlos, ¿cómo pretendes que yo lleve al niño malo al medico, no me mande nada y me quede tan pancha?, pero, ¿qué clase de madre crees que soy?. No puedo pararme ante cualquier contrariedad. tengo, tenemos que llegar hasta el fondo". Claro, mi marido asombrado por los absurdos discursos que le largaba por cualquier estupidez, me dejaba por imposible y me sobrellevaba como podía. Cuando la pediatra del seguro tampoco me convencía, lo llevaba a otro. O sea, que tenía varios diagnósticos con sus respectivos tratamientos y ahora me tocaba llorar porque no sabía por cuál decidirme.
      De película. Carlitos fué creciendo y se hizo un prenda. No paraba quieto un momento, no hacía caso, vivía en su mundo...Ya, en la guardería, comentando un día le dije a las cuidadoras que no recogía que hacía lo que le daba la gana, que no tenía autoridad, que si podían orientarme en algo. Ahora recuerdo, que por entonces yo no era amiga de Reyes, pero un día coincidimos en la puerta de la guardería para recoger a los niños. Cuando nos lo sacaron, estaban llenos de churretes por toda la cara y aquí, mi amiga, ni corta ni perezosa, le recrimina a la "seño" que nos los sacó: "Pero, mira cómo trae la cara de sucia, ¿no tenéis una toallita para limpiarlos o "algo"?". Nada más entró la susodicha para dentro nos cierra la puerta como solían hacer con muy mala cara y me mira y me gesticula "pueblerinamente": "Vamos, qué trabajo les cuesta darle un poquito en la cara, y no lo tenemos que llevar por toda la calle, de esa manera, si es que..." Le faltó decir: "¡Cómo está el servicio!". Por supuesto yo me moría de la vergüenza y pensaba, "Por Dios, qué tiquismiquis, yolo lavo en casa y ya está", porque es que a mi, todo me daba vergüenza, señalarme, hablar...y durante todo el dia estuve con aquello dándole vueltas porque yo no me hubiese atrevido, aunque hubiese sido hasta su deber, entregarnos los niños, al menos, como se los llevábamos. Pues ese fué mi primer contacto con la que hoy, es mi amiga Reyes: "otra tocaovarios". Precisamente estas gratas personas que nos entregaban los niños to churretosos me aconsejaron que lo castigara con lo que más le gustara y le tirara lo que fuera a la basura,(tuvieron que explicarme que yo hiciera como que se lo tiraba, porque yo lo entendí de verdad) y  a ver qué tal. No tuve que esperar mucho para llevar a cabo el plan porque Carlitos era un alma indómita, un indio salvaje atrapado en un fuerte. Así hice, cometido el delito, impuse el castigo. Con lo que mas se entretenía era viendo los libros de los cuentos de Disney, porque aun no leía, pues yo muy resuelta me plantifico en el cuarto, le explico que "por tal o cual circunstancia" le voy a tirar los libros,  me cojo mi bolsa de basura, los voy metiendo ante su atónita mirada, me voy para la cocina con mi bolsa, él que empieza a llamarme desde su habitación..."Ya está. Ha recapacitado. Menos mal. Creía que lo había perdido" Recuerdo que todo era un mundo para mí, que cualquier resultado no esperado me dejaba sin recursos y sin saber cómo actuar y aparte no me íba nada bien con mi hijo, nada había funcionado: horarios, fruta, cereales, verdura, pañales, nada había salido según los cánones, los normales, los de los otros niños, en algo tenía que sentar cátedra: "¡¡Mamá, mamá!!!" Me vuelvo rebosante de júbilo y alegría: "Lo has pensado bien, no?, te vas a portar mejor y a hacerle caso a mami, a qué si? (yo, aun con la bolsa de basura en la mano), "No, no, que se te ha olvidao éste, que yo estaba sentado encima, pa que lo tires tambien"...

miércoles, 14 de abril de 2010

2do Capitulo de mi hijísimo

          Lo tuve a las 22:50 de esa noche, con lo cuál, todos estaban reventados de esperarnos. Nos besaron y se fueron. Nos subieron a la habitación. Una vez allí y hablando de nuestras cosas como si nada hubiera pasado, de pronto le dan la vuelta al nido de la habitación y aparece envuelto en una mantilla nuestro primogénito.
Nos asomamos los dos a aquel cestillo como el que se asoma a un balcón a ver el vecindario. Sin que me hubiera dado tiempo a que se me despertara el instinto maternal. Esto va en serio, a lo mejor a alguien le parece aberrante leer esto pero es cierto. Yo, había sido la última en la familia, como el eslabón perdido, sin trato alguno con la infancia y habiéndome quedado embarazada porque era lo que se esperaba de mi "obtusamente" una vez casada. Ahora ni qué decir tiene que mis hijos son lo más importante de mi vida, pero todo es real. Así que allí estábamos los dos mirando ese trocito de carne envuelto en manta. "Está sonando". "¿El qué?". "El niño". "Creo que está llorando"."¿Y qué hacemos?". "Dale al botón de la ayuda , que pa eso está, pa que nos ayuden". Ahora que lo pienso me muero de la vergüenza. Y además no me voy a molestar ni en poner a quién pertenecía cada absurda frase que pronunciamos porque no tienen nombre. Pero allí estaba Carlitos llorando como si fuera un gatillo.  El enfermero absorto por tan incomprensible llamada, nos inquirió: "¿Y bien? ¿cuál es el problema?" "Que está llorando y no tenemos chupe". "De chupe, nada. Teta". Y se fué. El muy sinvergüenza nos dejó allí solos con un niño recién nacido. Yo no cabía en mi asombro. "Esta Seguridad Social, cada vez está peor, sin instrucciones, sin miramientos, alá ahí te queas, Dorotea, arreglatelas como puedas". "Pues nada, Carlos, algo tendremos que hacer, a ver dámelo. Voy a intentar darle el pecho a ver qué tal". Menos mal, que yo ya venía con la teta de serie que sino, igual me da por pedirle una al enfermero, y que yo soltaba calostros o el agüilla aquella tan "maternal" desde el 7º mes y no me dió por pedir "si alguien podía venir a ordeñarme" o cualquier barbaríe parecida, porque ante tanta ignorancia, todo cabía... Mi marido, todo nervioso por cogerlo por primera vez, el aire acondicionado puesto bastanta alto, él que no quería destaparlo, yo, postrada cuál Cleopatra "con la teta fuera" esparando mi retoño...cuando llega a mis manos hecho un lío, me lo deja en el regazo ¡¡¡DEL REVÉS!!!. Como lo escribo. Los pies pa la teta y la cara to tapá. Ante tal "gurruño" le recrimino a Carlos, "Pero, hijo, Carlos, por Dios!! ¿Ya, ni coger a tu hijo? Pónmelo del derecho por lo menos ya que yo voy a ser la que le va a dar el pecho. Por favor, que te pido mu poquito. Dámelo derecho, hijo, pos pronto empezamos".
       Y entonces, ¡Qué momento más bonito!. Cuando ese niño por primera vez te coge el pezón y te lo hace trizas. Es justo en este momento cuando se produce la sempiterna parásitis de los hijos a los padres. Para los que empiezan con biberón, es lo mismo: Desde que aprenden a succionar estamos perdidos.
      Nadie vino a vernos al siguiente día. Fué el fatídico día en que falleció Lady Di, y la poca familia que nos debía acompañar, nos decían que si todo estaba bien que a qué molestarnos... Sin palabras. En su defensa diré que por aquel entonces no había apenas programas del corazón, era domingo...resumiendo no tienen justificación.
     Pero lo mejor estaba y está siempre por llegar, o eso dícen. Acostumbrarnos a tener un bebé en casa no fué nada fácil. Yo diría dificilísimo. Todo era un mundo. Qué digo un mundo. Un universo.
¿Qué puede facilitarle las cosas a una madre inexperta, sin ayuda, ineficaz, insegura, y llena de ansiedades y miedos?: Pues mi hijo. Un ser bohemio y sin escrúpulos. ¿Por qué, me preguntaba, no distingue el día de la noche?, o ¿por qué llora sin justificación? lo que se suele decir: está limpio, comido, dormido, ¿qué mas "-idos" me faltán?. Por la noche se me despertaba, lo cogía en brazos y empezaba a pasearlo nerviosamente por la habitación para que se durmiera lo antes posible, porque es que era DE NOCHE, ¿cómo no podía comprenderlo?. Pues todo mi afán era, rebosante de nerviosísmo, transmitirle la paz que él necesitaba para conciliar el sueño. Era obvio que todo presagiaba una catástrofe. Para colmo, mi marido se levantaba a ayudarme y a empeorar mi situación como sólo los hombres saben hacer: "Ese niño tiene gases". "Ah!!! Ya. ¿Y desde cuando se supone que eres pediatra?. Eh?, listo, porque que yo sepa tienes tan poca idea o menos que yo. Porque yo al menos, tengo el instinto maternal" . Que dicho sea de paso, para nada me servía, o aun no se me había despertado, o sus horarios no coincidían con los de mi hijo...
       Dícen que los niños vienen con un pan debajo del brazo. Mi hijo no. Mi hijo venía con una botella de butano. Era un globo aerofágico, isostático, un zeppelin. Y claro, ya se sabe. Los gases son muuu malos.

lunes, 12 de abril de 2010

        Mención especial merece mi hijo mayor, Carlos que ahora porta 12 años en su físico pero no en su mente. Ya en la barriga, yo notaba como se bebía el líquido amniótico...de una forma exagerá, es que era "glub, glub, glub..." y ya luego "hip, hip, hip...", porque como el me bebía, yo tambien bebía... "coca-colas". Es verdad que empezaba desayunando coca-colas y una vez, me detuve a pensar y a escuchar a las antiguas y me dijeron que la coca-cola no era na de buena, que las cervezas daban mu buena leche. Me lo tomé en serio. Ya en el octavo mes de embarazo le hacía por las mañanas los cortaos a mi marío. Tuve mucho complejo. Yo no podía vestirme de morado, ni de lila. Descarté por completo ese color de mi armario, porque era ver el anuncio del chocolate "Milka" con esa vaca morada y echarme a llorar. Yo pensaba, "alguien que me ha hecho una foto en la calle sin que yo me de cuenta" "¡menudos cabrones!"... Total que tuve a Carlos. Fué horrible. ¿Quién es la que dice que eso es lo mas bonito de la vida? ¿a ver? ¿quién, coño?. Yo estaba tan contenta, tan estúpidamente inocente en mi cama aquella mañana de sábado del año de Nuestro Señor 1997 de un apetecible y no menos fresco agosto en Sevilla, cuando mi hijo, no sé con qué artilugio me partió la bolsa o lo que fuera aquello. Porque para colmo, como yo era tan lista, como estaba tan bien arropada no habia considerado la posibilidad de asistir a la preparación al parto, ¿pa qué?: Toda la vida se habían tenido niños y nadie había ido a ningun sitio, yo estaba harta de escuchar que mi madre había tenido a todos mis hermanos en la casa, con una matrona sin mas parafernalia, menos a mí, que ya eran otros tiempos y a mí me tuvo en la Clínica de Fátima, en la Palmera, que mi madre refería con mucho orgullo por ser una zona "como muy respetable". Total que le digo a mi marido a las 6 de la mañana poniendo el colchón perdiíto de lo que mi hijo no se había terminado de beber, que gracias a Dios, porque aquello tenía una pinta..., que menos mal que lo eché, lo dicho, "Carlos, que estoy pariendo". Mas vale que no analicemos la frase ni morfológica, ni sintácticamente, porque semánticamente viene a resumirse en "¡ilusa!". "¿Pariendo?". Los que nos conocen podrían imaginarse a mi marido, pero desde ya os digo que no hay color. Se puso verde, rojo, amarillo... intentando recoger la ropa, las cosas, y yo, muy dueña de mí y muy ignorante de lo que se me avecinaba lo tranquilicé: "Pssss! Tranquilo, me voy a duchar, ve llamando a tus padres, a mis cuñadas...que yo estoy estupendamente". Me corté hasta las uñas. Me pinté y no me teñí porque se arma mucho con la henna, que si no...¡bueno!.Llegamos al Maternal. Se nos acerca el camillero, mi marido:"que venimos a parir". ¡Pobrecito! Él no estaba mintiendo, yo habia entendido perfectamente que él se refería a sus "paridas". Nunca comprobé si el camillero lo entendió, pero como a menudo los hombres son MUY IGUALES con los años "no me cupo duda"(entre otras cosas porque he engordado mucho, y por no caber, ya, ni las dudas). Cuando me reconoció la tocóloga na mas llegar, comprendí lo del nombre: Mas que "tocóloga", yo la llamaría "tocaovarios", me metió el dedo con una agresividad... "Yo creo que pensaría, ¡por si no es virgen, que se entere!" Pues sí, me enteré, por poco la arrastro de los pelos, y como pude sollozando balbuceé "¿Y esto por qué? " so hija de puta, lo que no está entre comillas es lo que no añadí... Y sin mirarme me dijo "Para ver los centímetros que tienes dilatados" y mi imprudente marido tuvo que preguntar "¿Y cuántos tiene?". "CERO". Sonó tan mal, sonó a los exámenes de alemán de un lunes de feria, o a los de contabilidad de un viernes de dolores. Cuando tu decias, "qué estúpida, la tía, me podía haber puesto un 0´5, por lo menos he  dado la cara". En fin, que el camillero me cogió diligente y muy decidido me sacó de allí y mi imprudente marido volvió a preguntar:" ¿Dónde la llevan?" Y yo aun mas lista que el camillero, que mi marido y que la tocaovarios juntos, contesté: "A paritorio, Carlos, parece mentira que hagas esas preguntas a estas alturas". Me he sentido idiota en muchas ocasiones en mi vida, pero ninguna tanto como entonces, entre otras cosas porque tuve ¡tantas horas para pensar la tontería tan gorda que referí!... Me subieron a monitores. Era una sala en aquellos momentos con 4 camas más separadas por cortinas que no estaban corridas, ¿para qué? así podíamos ver la entereza o debilidad de nuestras compañeras... Aquello no tenía precio. Digo yo que para distraernos cada 1/2 hora cogían a una la sacaban con la camilla... Nadie preguntaba. LLegó mi turno. Me llevan a una habitación montada en mi susodicha camilla y me dice la enfermera "A ver hija, que te voy a afeitar" "No te preocupes, ya estoy depilada". La enfermera me miró con incredulidad entre otras cosas porque por entonces, no se llevaba "la brasileña", y me díce: "Creo que no estamos hablando de lo mismo". Luego me quejo de mi hijo, para que me pensaba yo que me iban a depilar las piernas en el maternal, ¿era una prestación de la Seguridad Social aparte?, ¿para distraernos?,  ¿disipar la presión del parto?...Evidentemente no eran las piernas lo que me íban a depilar... Y si antes le digo "¡Ah! ¡Ya! Pero espera que yo". Ya estaba depilada.
       Empezaba a pensar seriamente que estaba metida como en un campo de concentración. Desde que entré no hacían más que hacerme la puñeta. Después de esto me introdujeron "vaginalmente" un cable o un alambre para tener los latidos del corazón de mi hijo en una máquina, a las demás le ponían el fonendoscopio en la barriga y ellas en el oído y lo escuchaban tan normales. Yo empezaba a pensar que no había caído en gracia...Vuelven cogerme. "Te vamos a poner una cremita, porque como no dilatas..." Alguien en su sano juicio, que está allí para parir, ¿qué podía pensar? ¿que sería una hidratante?. ¿Qué íba a dilatar, los orificios de la nariz para insuflar más oxígeno?. Pues sí, allí estaba yo echándome el pelo pa los laos pa recibir la crema de día. "NO, HIJA, SI ES PAL COÑO, QUE ES QUE NO TE ENTERAS DE NÁ".
      EVIDENTEMENTE. Como hasta la fecha no había dilatado nada, no tenía dolores, no "estaba en lo que estaba", pos yo, tan feliz. Ah!, pero la oxitocina cambió por completo mis percepciones sobre el parto: Al momento empezaron las contracciones. "Que me duele,que me está doliendo, que qué me habéis hecho, que esta crema me ha sentao mal, mu mal, que me déis un nolotil o un algo que me duele mucho aquí abajo". Pos claro. Si esa es la cosa, que te duela, pa ver si de una vez dilatas, pares y te vas pa tu casa. Enfermera que se me acercaba, enfermera que me aprendía el nombre, viene la tocóloga, Lola Reina, no se me olvidará en la vida. Y entre sollozos y contracciones le pregunto "¿Tu eres la que me va a asistir?". "No, yo, si hay algún problema, sino, la matrona". Y se va. A todo esto yo todo el tiempo llorando porque la cremita me mató, y moviendo las piernas nerviosa y sistemáticamente hasta el punto de tenerles ardiendo por la fricción. A esto que mi compañera la de al lado, tratando de consolarme me dice: "Pero chiquilla, estás muy nerviosa, asi te duele mas", y yo le pregunto: "¿tu tienes contracciones?". "No". "Pues ya verás cuando te entren, buahhhh". Se acerca la tocóloga esta vez a su cama: "Macarena, que como te hemos puesto la oxitocina y no dilatas y llevas aquí pa hacerte fija, que te vamos a hacer la cesárea, vale?". "Vale". Cuando se da la vuelta tocóloga y enfermera empieza a llorar amargamente. Y yo a chillar "¡A mí!, ¡Hacédmela a mí, que Macarena no quiere!!!". Tenía que ir al baño. Como fuese, y allá, que entre contracción y contracción me bajo de la cama, me sobreviene una, me agarro a mi "suero con ruedas" y me dirijo hasta un bañito, siempre parando con cada contracción, el camino se hízo interminable, para mí y para mis compañeras que me seguían con los ojos desde sus camas... Cuando llegué, y me senté en ese blanco y lustroso inodoro, con el lavabito al lao mojándome las muñecas pa refrescarme, recordé  los documentales de África, lo listas y lo naturales que eran las negras. Lo natural, era estar en "cuclillas", no montadas en una camilla facilitándoles el camino al médico, cuando era a nosotras a quiénes se nos debía facilitar el parto. Cuando las enfermeras se percataron de mi cama vacía, empezaron a preguntar dónde estaba yo y una de las que me había visto se chivó la muy... y me descubrieron. Yo pensaba parir allí, la  verdad. Pero al salir vieron que tenía 4cm, y se dijeron con esto mismo nos la vamos a llevar a ver si nos la quitamos de una vez de encima. Total, segura de que Lola Reina sólo intervenía si había problemas, cuando me llevaron a paritorio me apresuré a decir: "Soy amiga de Lola Reina. Me ha dicho que me tratéis con cuidado". Las enfermeras se miraron, porque no me percaté de que se lo estabn diciendo a otra que entraba:" ¡Uy, Lola, mira qué díce, que es tu amiga, y que a ver cómo la tratamos!". "Anda, anda, si acabo de verla por primera vez hace 2 horas...". Tambien Lola, se podía haber enrrollao, pero bueno, la perdono, porque al final hasta me durmió porque decía que yo ya no tenía  fuerzas para ayudarla. Y así llegó mi hijo. Llamaron a Carlos padre para que estuviera conmigo, y cuando lo pusieron en la camilla de al lado, le pregunté a Carlos si estaba seguro de que era el nuestro, porque me escamaba mucho que no me hubiesen dormido cuando estuve dando la lata y en el momento justo de parir, me durmieran...
  

miércoles, 7 de abril de 2010

       Lo del feisbu, no tiene precio. Menos mal que las que somos puretonas nos hemos introducido de lleno hace nada y como diría quien lo dijo, "ni son todas/os los que están ni están todas/os los que son" porque sino, esto sería mas que facebook, hotbook. Lo mejor de todo es que ha coincidido con que nos han echado del colegio, dicho así suena fuerte y raro, pero como diría Consuelo Alcalá es "verbalizar" una situación clara y evidente que se ha hecho real este año. Y es que éramos las madres de mayo. Lo nuestro no tenía nombre. En la verjita que nos separaba de nuestros inherentes cigotillos con patas que se alejaban de manos de las que nos parecían adustas progenitoras por unas horas, las que nos suplantaban y podían, pueden y tienen en sus manos las mentes de nuestros angelicales e inocentes criaturas para modelarlas a su antojo, esa separación cuando dejábamos a los niños en el colegio, era vivida como si los dejásemos  en un hospicio rodeados de inmundicias. A principio de curso se representaban historias dignas de las mismisimas tragedias griegas. Esos niños llorando a moco tendío exténdiendo sus manitas y gritando entre babas "mamá, por favor, nooooooo!!! por favor, por favor nooooooooo me dejes aquiiiiiiiiiii, no quieroooooooo!!!" y nosotras haciendoles la corte, por supuesto a su nivel. ""No me llores, hijo, ya está, ya está que mamá ya mismo está por ti, el tiempo de ir al corte inglés, comprarme unos zapatos, descambiarle el jersey a tu hermana, ver la oferta del supermercado, recogerle los zapatos a tu padre, hacer cualquier cosa de comer y ya estoy aqui"... Y claro el prelado se cansó.  Este año los dejamos apenas un poco mas adentro de la puerta principal, por motivos de seguridad y porque en conjunto somos del todo insoportables. Pero no están del todo libre de nosotras, siempre que la ocasión lo requiere nos reunimos para despedirlos nuevamente cuando tienen una excursión, un evento por ínfimo que sea, que nos haga vomitar nuestra maternidad por las ventanillas del autobús, u obsequiarlos con nuestras recalcitrantes coletillas en los escasos pasos que separan de la puerta del colegio a la escalerilla del autobús, en esos instantes tenemos tiempo mas que suficiente para referirles, repetitiva y obsesivamente " No te separes de la profesora, no te quites la gorra que te puede dar una insolación, bebe agua de tu botella y solo de ella, ocupa tu sitio en el autobús y no te levantes, que encima, no tienen cinturón y luego vamos en nuestro coche y nos multan si no os lo ponemos, anda que..." Los niños de seguro, hartos de nosotros, asintiendo y haciendo como que nos escuchan, de igual manera que nuestros maridos... Otro punto para relatar: "Sí, hijo, sí, haz lo que quieras, si tienes a quién salir. A mí, desde luego no te pareces, sales a tu padre".
       ¿Qué ha supuesto esto?, pues que tengamos menos tiempo para ponernos verdes en el patio, porque antes, dejábamos a los niños y nos quedábamos, en mi defensa tengo que decir que yo pocas veces, en el patio, y allí se cocían menudas coliflores... "Y ésta, esta de qué va, todos los dias trae un modelito, ¿con quién se estará acostando?, con el marío, no, porque yo sé de buena tinta, que apenas se hablan, y ella, ahí va, con todo de marca", "Buenooooo, y tu no te has enterado que fulanita ha dejado a su marido y se ha liado con el de menganita", "Señor, Señor, ya hay que tener ganas de hombre, eh, porque vamos, a mi me deja el mío y me salen cardenales en las manos de dar palmas, ainnnss, que jarta estoy, y to los dias la comida, que si la ropa, que si los deberes, es una lusssha constante, que una ya después no tiene ganas de ná, de que va a tener ganas una, a ver, de qué, porque yoooo tengo la líbido, lívida...". Así que yo cojo mi feisbu y me lio a hablar con unas y con otras. Es lo mismo que hacíamos en el colegio, pero ahora es mas sibilino y encima podemos estar con "los bucles cerrados y puestos, en pijama, con la pertinente coca-cola light al lado, dándole una voz de vez en cuando a nuestro rebaño, toreando en unas pocas de plazas, que si ahora contesto a ésta, que si ahora a la otra, que vaya faltas de ortografías que me ha sacado la que presume de licenciatura, a saber si sacó la carrera con Aída la de Gran Hermano, que nunca se pudo averiguar en que año estuvo en ninguna de las universidades citadas, ahora éste, que va de filósofo, más bien de xilófono porque no da la nota..." Y esto, ¿no es felicidad?, pa las que ya lo tenemos to limpio, los macarrones hervíos, el marido acomodao en el plasma con su furbo, los niños importunándose el uno al otro... ¿qué mas se puede pedir?". A mí es que esto del internete me parece un avance... y ya lo más ha sido lo del blog. Esto me ha superado. Eso de ser ecologísta sin notarlo, porque mira que da que hacer meter los botes en un lao, las botellas en otro, la basura orgánica aquí, la inorgánica allá, los papeles y el cartón acullá y el resto en el más allá. Pos eso, que yo escribiendo aquí, no consumo celulosa que viene de la madera, de los árboles, del Amazonas...pero lo de los documentales lo9 cuento otro dia, que no me va a dar tiempo a darle un repaso al feisbu, y tengo que "está ar día".